PostHeaderIcon A un ladito del pecho, llámese corazón.

Antagonías, contradicciones, privilegios y el ir y venir de la vida. Y todo en un corazón de Alcadozo, uno más.

Parecen dos cosas antagónicas. Enemigas. ¿Y qué sería la una sin la otra? Los contrarios se complementan para darse mutuamente significado.

Pues sí, son contrarios, van juntitos de la mano, para dicha –nunca desdicha- de los privilegiados que podemos disfrutar de trabajo y de vacaciones.


Hay quien tiene trabajo y nunca vacaciones.

Hay quien no sabe qué significa siquiera esa palabra “vacaciones” porque no está en su vocabulario, porque en su país lo único que se conoce es el trabajo de sol a sol durante toda la vida y desde los primeros años de vida.

Hay quien tiene vacaciones forzosas.

Hay quien se muere de ganas porque le digan que tiene que trabajar en agosto, diez horas diarias, que va a tener un contrato leonino, porque así va a poder pagar la comida y el vestir de los suyos, los gastos de la casa sobre la que tiene esa hipoteca que le ahoga, y que no tendrá que ir más a Cáritas a pedir toda la ayuda que le puedan prestar.

Yo soy una de esas privilegiadas del principio. De los que conocen el significado de ambos términos en su significado más dulce. En el de unas obligaciones por cuya realización reciben un compensación económica y otra bajo la fórmula de días libres “vacaciones” para garantizar el descanso de la persona  y que se incorpore de nuevo al trabajo con la energía necesaria.

Ahora parece que vuelvo al combate de este juego de contrarios, más apreciado que nunca en estos días de incertidumbre. Yo estuve de vacaciones forzosas, sí, pero muy dulcificadas, nunca en los extremos de aquellos que citaba. Aún entonces era una privilegiada.

Ahora vuelvo al mundo del privilegio laboral y vacacional con el aliciente de trabajo y vacaciones por hacer aquello que te guste. Vuelvo a ser privilegiada.

Mi marido lo dice muy a menudo, somos privilegiados por muchos motivos, Nimi. No se mide la riqueza por materialismos sino en otros verdaderos metales preciosos, como el disponer de tiempo, de una familia con la que compartir, a la que cuidar, y en la que apoyarse, en tener una lista de “Amigos” tan pequeña como escogida, en poder dedicarse a lo que a uno más le guste, en poder vivir donde uno elige, en poder tener los hijos cuándo quiere.

Uno de esos factores clave de mi millonaria vida es el privilegio vacacional en Alcadozo, ya los sabéis muchos que me conocéis, por cuanto también sabéis que he de extrañar mucho en los últimos años no pasar más tiempo en nuestro pueblo.

Gran privilegio, al fin y al cabo, de mi privilegiada vida, es ser parte de este pueblo y llevarlo donde lo llevo, aquí,  a un ladito del pecho, pase más o menos tiempo de mis vacaciones en él, de mi tiempo de familia, de mi tiempo de trabajo. Os lo he dicho muchas veces, y las que te rondaré morena. Alcadozo es tan grande por ser tan pequeño a la vista de una mayoría. Así que las contradicciones se complementan…  va a ser cierto.

Nieves Milagros M. G.