La plaza de mi pueblo…
Era bonita y sigue siéndolo pero, ¡ay, el pero!...
Años ha que se pedía una rehabilitación del entorno de la plaza. Su asfaltado, su mobiliario urbano, la fuente que, tras varios arreglos a lo largo de su existencia, más o menos afortunadas, necesitaba con urgencia un lavado de cara que respetara su historia.
Y por fin se hizo. La plaza luce nueva, PERO no acaba de lucir bonita. La fuente luce digna, en una actualización que prescinde de la pieza original instalada en 1929 e instala una reproducción, en piedra, preciosa, fiel al original, que realza esa historia acumulada desde el 29, y que guarda como tesoro la placa original en la que se inmortalizó la fecha de la traída de aguas a Alcadozo. Esa fuente era y es, junto al pobre olmo que sucumbió a la enfermedad, como tantos otros congéneres en estos tiempos, el alma de la plaza de Alcadozo. Ahora el alma de la plaza de Alcadozo se le ha buscado un oficio; el de ser guarda de tráfico, plantada sobre un montículo verdoso y floreado, por encima del nivel de la plaza, haciendo las veces de de adorno de una glorieta que me pregunto qué falta hacía allí donde está.
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